lunes, 6 de octubre de 2014

Capítulo II: Osadía: un personaje se sale del libreto

Comparto aquí uno de mis capítulos favoritos de la novela. Se trata de un diálogo entre el personaje principal y su profesor. Pueden descargarlo de mi página de facebook https://www.facebook.com/groups/1473175499634074/

El tarro de Harina

Este mes para mi economía familiar está resultando difícil de llevar sin ansiedades ni lamentos. Luego de pagar las cuentas, quedó un saldo para la supervivencia diaria (absolutamente básica, depurada de toda clase de “gustitos”, llámense a estos un “asadito del domingo”, una salida tonta al “Libertad”, ni hablar de la adquisición de alguna prenda, peluquería, afeites para la belleza…) más que magro, diría que literalmente mezquino. Un cálculo realizado con una simple pericia de ama de casa, que divide el dinero existente (al menos en el cajero) por la cantidad de días que restan hasta el nuevo
depósito del sueldo… ¡Qué día tan ansiosamente esperado! El tema del dinero siempre está motivando en mí una reflexión que va más allá de los hechos. Tengo sumo cuidado en no colocarlo en primera instancia, como un gravísimo problema de mi existencia, porque poseo muchas otras cosas que valoro de sobremanera, y no quisiera perderlas por nada del mundo. No obstante, aún sabiendo que a Dios tengo que agradecer la salud, la familia, y… bueno…, la familia y la salud… no puedo evitar preocuparme por esta cuestión de la supervivencia en medio de una sociedad en la que se está haciendo cada vez más costoso pertenecer. Y para mí esta dificultad pone en jaque una parte sustanciosa de mi vivencia en la fe en el Dios de Jesús (esta expresión resulta rebuscada, sin embargo tiene un sentido, que aquí no aclaro porque no va al propósito de lo que quiero compartir). Jesús dedica un lugar muy destacado de su predicación a la enseñanza sobre la confianza en la Providencia de Dios, la verdadera riqueza, la sana relación con los bienes materiales, etc, utilizando metáforas propias de una cultura campesina, difíciles de comprender en un esquema social de mercado. Particularmente me he apropiado de una imagen bíblica (no del Evangelio, sino del antiguo Testamento) de lo que le sucedió a una viuda (de Sarepta) en tiempos de sequía, quien tenía para comer sólo un poco de harina y otro tanto de aceite para cocinar un pan. De eso disponía para comer ella y su hijo. El profeta Elías (un hombre enviado de Dios) que pasaba por la región fue a casa de esta viuda a pedirle de comer. Ella le avisa de lo único que dispone, y no obstante su carencia extrema, lo gasta todo en elaborar alimento para ella, su hijo y el profeta. Entonces Elías en recompensa por su generosidad, anuncia que el tarro de harina nunca se acabaría, igual que el aceite, de tal suerte que la viuda y su hijo podrían comer a diario su ración sin jamás agotar las reservas. Como para auxiliar mi fe (que para ser sincera, me cuesta mantener, no soy una persona naturalmente crédula) imaginé mi cuenta de sueldo como el tarro de harina. No hay mucho… no da para sentirse holgado y seguro… es más, no da como para llegar a fin de mes sin vaciarse… Hasta el presente, a pesar de las necesidades cada vez más onerosas para cubrir, nunca mi cuenta llegó a $0… tampoco quedaba mucho, un pequeño restito más que simbólico, pero cero, lo que es cero… nunca. Pues bien, en este mes no me quedó más alternativa que, al día de la fecha, dirigirme a un cajero para sacar la totalidad de lo que me quedaba… Por primera vez vería el “cero” (o el equivalente en “chirolitas” imposible de sacar por esa vía)… Y me decía para mí misma “¿Cómo se las ingeniará Dios para que esta vez mi “tarro de harina” no se vacíe del todo, si tengo necesidad de gastar todo lo que tengo en la cuenta? Ciertamente, estaba calculando entre las muchas broncas que esta situación me acarrearía, incluir mi lucha fundamental para conservar la fe a pesar de la prueba, cuando al retirar el tiket del aparato, esperando con cierta curiosidad ver el nefasto saldo… ¡me doy con una suma (modestísima desde luego) diferente al cero! Si se entiende por milagro algún acontecimiento sin explicación racional, éste desde luego que no lo es: por el monto deduzco un concepto de sueldo que pensaba no corresponder en este mes. Pero eso no es lo importante, si de algo estoy segura, es que la acción de Dios no está en lo que subvierte el orden natural, sino en la oportunidad de los acontecimientos, aunque sean estos rutinarios y perfectamente explicables. Por el momento, el mi tarro de harina continúa sin vaciarse.