domingo, 17 de junio de 2012

La vida a colores: el éxtasis

Si por "gris" entendemos ese estado de pensamientos y sentimientos donde se nos figura que las cosas andan medianamente bien, sin novedades ni sobresaltos, donde nuestras numerosas actividades giran en un ritmo uniforme y predeceble, donde los días se organizan en base a nuestra infinidad de obligaciones y responsabilidades, tal vez entendamos que no es una situación del todo mala...
Sin embargo, a mi parecer hay algo de nosotros que se revela a sujetarse a ésto. Y ese algo nos hace desear casi compulsivamente el éxtasis.
¡El éxtasis! Algo, una situación, alguna persona, algún logro o meta cumplida, alguna experiencia exitante que logre dar un poco de sabor a la existencia. Claro que sí, el éxtasis es una necesidad salvadora a fin de sentirse vivo, aunque más no sea por un instante.
No sé si todos se animan al éxtasis; quizás muchos opten por sólo mirarlo con deseo detrás de la vidriera del temor, juzgando y criticando a quienes lo intentan. Otros, por conquistarlo alocadamente, terminaron quebrando aquello bueno que, aún cuando insípido, nutría la vida (familia, vínculos, emprendimientos, etc), pagando así por algunos instantes de éxtasis un precio excesivamente alto.
¿Entonces? En mi opinión el acierto está en encontrar los momentos de éxtasis en el interior de nuestra cotidianeidad, en medio de lo que hacemos y con quienes compartimos la vida. Tal vez sea muy exagerado pensarlo para un lunes seis de la mañana, cuando nos arrancamos del reconfortante sueño para comenzar la rutina laboral de la semana... pero... en un instante... un diálogo profundo con nuestra pareja, alguna sonrisa nueva en labios de nuestros hijos, un pequeño avance superador en el trabajo... algo, que siendo lo mismo de siempre, sea como si nunca hubiera sucedido, y tal vez no vuelva a suceder jamás, y por ende hay que disfrutarlo plenamente.
Suena sencillo, pero a decir verdad, no es tan facil hacerlo realidad, pues para ello se requieren dos condiciones: estar atentos a descubrir esas posibilidades de éxtasis tan difrazadas de monotonía, y estar relativamente conforme con nuestras vidas.
Cuando lo gris no sólo aburre, sino más bien duele, tal vez sea el momento de replantearse profundamente por el rumbo en que se deslizan nuestras opciones.

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