No siempre la mayoría tiene la razón.
No siempre la opinión de muchos tiene mayor peso que la de pocos…
Y tal vez la de uno solo.
Pensar y sentir diferente a los demás no siempre es locura…
Creer en sí mismo a pesar de hacerse incomprensible no siempre es soberbia.
Puede suceder que nos topemos con experiencias que nos hagan comprobar los límites de las convicciones forjadas desde nuestra crianza.
No todo encaja en los moldes, en los estereotipos, en los paradigmas…
No siempre encajamos en todo. Incluso a veces podemos no encajar en absoluto.
¿Acomodarse a pesar de todo, tal vez inspirados por el miedo a la soledad?
¿O ser fiel al propio espíritu?
Arriesgarnos a la soledad y apostar por lo auténtico de nuestras almas suele traernos la riqueza existencial más grande, que es el amor…
Y la gratísima libertad de ser, de ser simplemente lo que somos…
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