Atardece.
El firmamento gris se reviste violeta…
empapa mi alma de nostalgia mortal
Cielo plomizo, vida plomiza
¿Cuándo arreciarán los vientos purificantes
despejando la húmeda cavilación de lo confuso?
¿Cuándo el austero frío de la verdad
disipará entre sus dedos firmes
el asfixiante vapor de la sugestión?
Atarcede
Los nubarrones devoran los nocturnos luceros
y se encienden levemente, con timidez.
Noche insípida, vida insípida.
¿Cuándo asomará su dorada frente
el sol, en la cálida línea del horizonte?
¿Cuándo el día dictará a mi oído
la vital frase que regale sentido
a los acontecimientos pasados, a los sueños futuros,
y a la interminable rueda de rutinas
que giran y giran
en lo que cada día denominamos «hoy»?
¿Cuándo?
Anochece.
La lucha de mi alma continúa
tratando de no naufragar en el sopor
del sin sentido.
Mientras tanto cierro mis ojos
y me acuno en las olas de Morfeo.
Como sea, mañana, sin poderlo evitar
amanecerá.
Otro amancer, estrena oportunidad.
Ahora… a dormir.
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